Meditabundo
en otro espacio
extraviado
tirado en las inmensidades de tu frente
ausente
con lo ojos abiertos sin destino
sigo los últimos colores de tu luz
que aun oxidan mis retinas
ahí estás
virgen perdidiza y cotidiana
bandolera de las calles
asesina de rostros frágiles
malograda
diluvio
tromba caída al infinito
irremediable sepulcro de las diosas
mortal intacta
ruidosa
voluntad senil de la belleza
joven
dorada oscura
mimesis de venus en dos mentiras
sacral lujuria
exquisitez afrenta
bálsamo rupestre que devora
matriz fecunda, impaciente, hermosa
en una espera intolerante
en una cita ya vencida
en un grito comulgando nuestros nombres
profunda
inmaterial presencia
distraída en tus propias morgues
dolorosa
maltratada
en abandono soez
silenciosa
callada
perdida
con un oriente en la mirada
aquí, conmigo y mis demonios
resguardada
aquí, silenciosa haciendo ruidos sin sonidos
aquí, desgarrada y resarciendo movimientos
Sin penas ajenas
con las lágrimas en la discreción
y las entrañas del subsuelo en tu nariz
contemplas mientras retienes la amargura
enamoras mientras sufres
padeces
y en tus desvíos adviertes nuevos ídolos.
Tú.
Silenciosa callando los silencios.
Te miras con la luz sombría
y te hablas con consuelos postergados.
Tú.
Dueña de ti misma
dueña de tus propias soledades
esteparia
mujer que emite lástimas
al ritmo mismo que enamora atlantes
región inhóspita
atractiva imagen
perfil santuario de las formas.
Breve
Pequeña
Desolada siempre
Esperas lo que nunca, ni por la vida, buscarás.
Tú.
Columpio de mis ratos
carrera de mi voz
círculo del tiempo que ruptura mi conciencia.
Ritual de vida nueva
ejemplo de amor adverso.
Guerrera en el vacío.
Mujer en un mar de ancianas muertas.
Tú.
Fertilidad sin complemento
dolorosa santa sin su doliente feligrés
enamorada niña sin hidalgo ni quijote.
Callejón lejano a las paredes
labial reseco
grito sin escucha
amor sin entregar
vida sin vivir
espacio libre
fuego extinto.
Tú, ángel disperso sin los temblores de mi piel
sin los demonios de mi vientre
sin los milagros de mi fuerza
sin mitos ni lenguajes
sin testigos de mi atmósfera
sin inercia
sin días ni presente
sin los rezos de mi salvación.
Tú, punta del sol
tirada
sola
y fascinante.
en otro espacio
extraviado
tirado en las inmensidades de tu frente
ausente
con lo ojos abiertos sin destino
sigo los últimos colores de tu luz
que aun oxidan mis retinas
ahí estás
virgen perdidiza y cotidiana
bandolera de las calles
asesina de rostros frágiles
malograda
diluvio
tromba caída al infinito
irremediable sepulcro de las diosas
mortal intacta
ruidosa
voluntad senil de la belleza
joven
dorada oscura
mimesis de venus en dos mentiras
sacral lujuria
exquisitez afrenta
bálsamo rupestre que devora
matriz fecunda, impaciente, hermosa
en una espera intolerante
en una cita ya vencida
en un grito comulgando nuestros nombres
profunda
inmaterial presencia
distraída en tus propias morgues
dolorosa
maltratada
en abandono soez
silenciosa
callada
perdida
con un oriente en la mirada
aquí, conmigo y mis demonios
resguardada
aquí, silenciosa haciendo ruidos sin sonidos
aquí, desgarrada y resarciendo movimientos
Sin penas ajenas
con las lágrimas en la discreción
y las entrañas del subsuelo en tu nariz
contemplas mientras retienes la amargura
enamoras mientras sufres
padeces
y en tus desvíos adviertes nuevos ídolos.
Tú.
Silenciosa callando los silencios.
Te miras con la luz sombría
y te hablas con consuelos postergados.
Tú.
Dueña de ti misma
dueña de tus propias soledades
esteparia
mujer que emite lástimas
al ritmo mismo que enamora atlantes
región inhóspita
atractiva imagen
perfil santuario de las formas.
Breve
Pequeña
Desolada siempre
Esperas lo que nunca, ni por la vida, buscarás.
Tú.
Columpio de mis ratos
carrera de mi voz
círculo del tiempo que ruptura mi conciencia.
Ritual de vida nueva
ejemplo de amor adverso.
Guerrera en el vacío.
Mujer en un mar de ancianas muertas.
Tú.
Fertilidad sin complemento
dolorosa santa sin su doliente feligrés
enamorada niña sin hidalgo ni quijote.
Callejón lejano a las paredes
labial reseco
grito sin escucha
amor sin entregar
vida sin vivir
espacio libre
fuego extinto.
Tú, ángel disperso sin los temblores de mi piel
sin los demonios de mi vientre
sin los milagros de mi fuerza
sin mitos ni lenguajes
sin testigos de mi atmósfera
sin inercia
sin días ni presente
sin los rezos de mi salvación.
Tú, punta del sol
tirada
sola
y fascinante.
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